Sinestesia: la facultad de intercambiar los sentidos
Imagina
poder oír los colores de El jardín de las
delicias (El Bosco, 1480-1490), sentir el sabor de las palabras del poema Los amorosos de Jaime Sabines, o palpar la esperanzadora composición Imagine del beatle John Lennon.
Los
sentidos nos permiten percibir nuestro entorno y relacionarnos con éste de
manera segura. Tradicionalmente, se sabe que el ser humano posee cinco sentidos
(tacto, audición, olfato, vista y gusto), los cuales, de forma independiente,
nos mantienen alerta de nuestro alrededor. Pero ¿por qué algunas personas
pueden sentir el sabor de un color o sentir “rugosa” una melodía?
La
sinestesia es la facultad donde se experimenta la percepción de un sentido a
partir de la estimulación de otro durante el mismo acto sensorial. Aunque es
una condición poco conocida en adultos, existe la teoría de que todos nacemos
con ella. La naturalista estadounidense Diane Ackerman, en su libro Una historia natural de los sentidos (2009)
explica; “los recién nacidos viven inmersos en olas en las que se han fundido
visión, sonido, tacto, gusto, y especialmente olor… con el tiempo, el bebé
aprende a clasificar y domesticar sus impresiones sensoriales… para algunas
personas, esa mezcla sensorial nunca se pierde y ven amarillo al tocar una
superficie mate y huelen el paso del tiempo”.
Cada
sinestésico vive la experiencia de forma diferente, y en ocasiones no puede ser
tan evidente como podría creerse, lo cual hace que muchas personas no tengan ni
idea de que lo son. La forma más común es ver colores en las palabras, los
números, días de la semana y meses. Este interesante fenómeno ha abierto líneas
de investigación en el campo de la neurociencia en universidades como la de
Granada en España y la Universidad de California en los Estados Unidos.
Ejemplos
célebres de sinestesia abundan, tal es el caso del pintor Vasily Kandinsky
quien vivía una intensa experiencia sinestésica cromática o Beethoven que, a
pesar de su sordera, pudo realizar sus tan afamadas composiciones gracias a que
veía las notas musicales. Este don no sólo es privilegio de personajes ilustres
de la historia, algunas mujeres afirman que durante el orgasmo experimentan la
visión y el sabor de colores que cambian según la intensidad de sus emociones.
Con un
poco de atención a nuestros sentidos es posible que salga a la luz este
particular universo sinestésico, sólo basta con preguntarse ¿de qué color ves
tu nombre o a qué te sabe tu canción favorita?
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