miércoles, 2 de julio de 2014

De la emancipación al patrimonio cultural



Fuente: http://mundimap.blogspot.mx/2013_05_01_archive.html

Por Violeta Ese

El carácter histórico, que recubre el solo concepto de patrimonio cultural, está estrechamente ligado a los siglos XIX y XX, siglos en los que se estructuró, en su gran parte, el mapa global que hoy conocemos debido al surgimiento de nuevas naciones como consecuencia de la independencia de colonias latinoamericanas y africanas, la desintegración de Yugoslavia, el desmembramiento de la Unión Soviética y muchos otros sucesos de emancipación.

Esas nuevas naciones no sólo tendrían entre manos proyectos territoriales, políticos, económicos y sociales, sino también proyectos culturales y de identidad, los cuales serían necesarios para la legitimación de una nacionalidad. Esta identidad nacional tendría como discurso fundante la reivindicación de un pasado y de una comunidad de lengua, cultura y valores en común. Con esto, surgiría la necesidad de conservar el patrimonio cultural histórico.

Sin embargo, no es hasta 1945 que este concepto toma un importante papel al formar parte del plano internacional tras la creación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), organismo especializado de las Naciones Unidas cuya misión es contribuir a la consolidación de la paz, la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo mediante la educación, las ciencias, la comunicación y la información, y uno de sus objetivos primordiales es promover la diversidad cultural y el diálogo intercultural.

En el origen de la definición de patrimonio cultural subyacen el interés de las naciones por establecer una normatividad internacional que permita tanto la protección como la recuperación de sus bienes culturales y un creciente interés interno por hacer compatibles las necesidades del desarrollo y modernización con las de conservación y protección de los bienes culturales. Ahora bien, México fue uno de los veinte países que firmaron y ratificaron la creación de la UNESCO y, aunado a esto, igualmente México ha firmado los instrumentos internacionales creados por este organismo.

Al hablar de patrimonio cultural, nos referimos a un concepto subjetivo, ya que depende del valor que la sociedad le atribuyen a los bienes, los cuales pueden ser bienes inmuebles como monumentos, edificios, sitios arqueológicos; elementos naturales como montanas, ríos o grutas; y bienes muebles, como obras de arte, piezas arqueológicas y objetos de la vida cotidiana. Sin embargo, todos estos elementos son tan solo una categoría del patrimonio cultural, es decir, dada su naturaleza, forman parte del patrimonio cultural material.

Por otro lado, tenemos al patrimonio cultural inmaterial, el cual se conforma de las tradiciones o las expresiones vivas que se han heredado de generación en generación, como son las artes del espectáculo, los usos sociales, los rituales, los actos festivos, los conocimientos de practicas relativas a la naturaleza y el universo, los saberes vinculados a la artesanía tradicional y las tradiciones orales.

Estos elementos cambian y evolucionan constantemente, y son enriquecidos por cada nueva generación, sin embargo, la globalización y la homogeneización amenazan al patrimonio cultural inmaterial con quedar relegado en el pasado. Atendiendo a esta urgente necesidad de conservación, la UNESCO celebró la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial el 17 de octubre de 2003.

México, al firmar y ratificar la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, no sólo reitera su interés por la protección y conservación del patrimonio cultural inmaterial, sino que se proclama proclama como uno de sus fieles guardianes.


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