miércoles, 16 de julio de 2014

Efecto Mandela


Por: Acuaria Fisher


Con el número 466/64 que portó por más de 17 años como prisionero en Isla Roben, un premio Nobel de la paz en 1995, más de 20 condecoraciones internacionales y por lo menos cuatro películas inspiradas en su persona, sin mencionar los incontables libros basados en su vida, Nelson Mandela, quien siguiera la filosofía de Gandhi, es hoy en día una de las figuras más emblemáticas e inspiradoras de la historia moderna.

De sangre real desde su nacimiento al ser nieto de un rey de la tribu xhosa, Nelson Mandela renunció a su derecho hereditario de ser jefe de la tribu para estudiar Derecho en la Universidad de Witwatersrand, donde había pocos lugares para la gente de color.

Con una realidad que discriminaba a la piel negra y donde la minoría blanca tenía el control absoluto de su país bajo el apartheid (1944), que era la separación jurídica en que la raza blanca dominaba sobre el resto de la población, dejando a la gran mayoría relegada y fuera de estructura constitucional, Nelson Mandela se convirtió de a poco en un líder que luchó por los movimientos en contra de este sistema de segregación racial, ideal que le costó ser privado de su libertad por más de 27 años en tres cárceles distintas.

Nació en Umtata, Transkei, una comunidad con apenas 300 habitantes en 1918 y murió en la capital sudafricana, Johannesburgo, en 2013. Su historia política difícilmente puede separase de su historia personal, dado que la búsqueda de sus derechos como ciudadano se fusionaban en su quehacer cívico para lograr la equidad de razas.

En 1944, Mandela ingresa en el Congreso Nacional Africano (CNA), un movimiento clandestino de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. No tardó en convertirse en un líder dominante cuya ideología rezaba un nacionalismo africano, antirracista y antiimperialista.

Si bien la falta de estrategia política, el CNA era visto en el mundo y en el mismo país como un grupo de pandilleros terroristas que tenían como objetivo sólo causar disturbios, por lo que la milicia constantemente tenía enfrentamientos con los afiliados al congreso y Mandela, al ser su líder, empezó su constante entrada y salida de prisión.

Si bien Nelson Mandela nunca fue un “negro” más sin educación, en 1953 junto con un socio abrió un bufete en Johannesburgo. Este bufete tenía como característica principal ser dirigido por negros y proporcionaban, a un bajo costo, consejo jurídico a muchos negros que necesitaban representación legal. Pero el despacho fue clausurado por las autoridades y Mandela fue enviado a prisión en 1956 acusado de traición contra el Estado. Al no probase los cargos, fue liberado en 1961.

La lucha contra el apartheid seguía y la resistencia de los blancos no se doblaba ante las peticiones de justicia de los de color. Mandela había sido apresado nuevamente, pero esta vez tardaría 27 años en alcanzar su libertad. En 1984 el gobierno le ofrece la libertad a cambio de establecerse en un régimen donde la independencia era pura ficción. Ante el rechazo, su esposa Winnie dio continuidad a la lucha de Mandela.

Los años pasaron y finalmente, en 1991 el apartheid finalizó tras diversas negociaciones en las que se encontraba que la población negra obtuviera derechos civiles y políticos. Como broche de oro, Nelson Mandela, quien era ya considerado una leyenda viviente, es elegido presidente de la República de Sudáfrica en 1994, siendo el primer presidente negro del país. De sus primeros quehaceres, fue impulsar una nueva constitución para el país.

Una vez terminada su estadía en la presidencia, Mandela optó por el retiro de la vida política, sin embargo, apoyó a sus compatriotas en 2010, durante las ceremonias del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, donde fue visto en público y con su característica templanza.

Nelson Mandela es una de las figuras más vivas de la historia. Su carisma, su carácter apacible, su sabiduría y su lucha, lo convierten en un ícono de libertad y justicia.




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