Con el número 466/64 que portó por más de 17 años como prisionero en Isla Roben, un premio Nobel de la paz en 1995, más de 20 condecoraciones internacionales y por lo menos cuatro películas inspiradas en su persona, sin mencionar los incontables libros basados en su vida, Nelson Mandela, quien siguiera la filosofía de Gandhi, es hoy en día una de las figuras más emblemáticas e inspiradoras de la historia moderna.
De sangre real desde su
nacimiento al ser nieto de un rey de la tribu xhosa, Nelson Mandela renunció a
su derecho hereditario de ser jefe de la tribu para estudiar Derecho en la Universidad
de Witwatersrand, donde había pocos lugares para la gente de color.
Con una realidad que discriminaba
a la piel negra y donde la minoría blanca tenía el control absoluto de su país
bajo el apartheid (1944), que era la
separación jurídica en que la raza blanca dominaba sobre el resto de la
población, dejando a la gran mayoría relegada y fuera de estructura
constitucional, Nelson Mandela se convirtió de a poco en un líder que luchó por
los movimientos en contra de este sistema de segregación racial, ideal que le
costó ser privado de su libertad por más de 27 años en tres cárceles distintas.
Nació en Umtata, Transkei, una
comunidad con apenas 300 habitantes en 1918 y murió en la capital sudafricana, Johannesburgo,
en 2013. Su historia política difícilmente puede separase de su historia
personal, dado que la búsqueda de sus derechos como ciudadano se fusionaban en
su quehacer cívico para lograr la equidad de razas.
En 1944, Mandela ingresa en el
Congreso Nacional Africano (CNA), un movimiento clandestino de lucha contra la
opresión de los negros sudafricanos. No tardó en convertirse en un líder
dominante cuya ideología rezaba un nacionalismo africano, antirracista y
antiimperialista.
Si bien la falta de estrategia
política, el CNA era visto en el mundo y en el mismo país como un grupo de
pandilleros terroristas que tenían como objetivo sólo causar disturbios, por lo
que la milicia constantemente tenía enfrentamientos con los afiliados al
congreso y Mandela, al ser su líder, empezó su constante entrada y salida de
prisión.
Si bien Nelson Mandela nunca fue
un “negro” más sin educación, en 1953 junto con un socio abrió un bufete en
Johannesburgo. Este bufete tenía como característica principal ser dirigido por
negros y proporcionaban, a un bajo costo, consejo jurídico a muchos negros que
necesitaban representación legal. Pero el despacho fue clausurado por las
autoridades y Mandela fue enviado a prisión en 1956 acusado de traición contra
el Estado. Al no probase los cargos, fue liberado en 1961.
La lucha contra el apartheid seguía y la resistencia de los
blancos no se doblaba ante las peticiones de justicia de los de color. Mandela
había sido apresado nuevamente, pero esta vez tardaría 27 años en alcanzar su
libertad. En 1984 el gobierno le ofrece la libertad a cambio de establecerse en
un régimen donde la independencia era pura ficción. Ante el rechazo, su esposa
Winnie dio continuidad a la lucha de Mandela.
Los años pasaron y finalmente, en
1991 el apartheid finalizó tras diversas negociaciones en las que se encontraba
que la población negra obtuviera derechos civiles y políticos. Como broche de
oro, Nelson Mandela, quien era ya considerado una leyenda viviente, es elegido
presidente de la República de Sudáfrica en 1994, siendo el primer presidente
negro del país. De sus primeros quehaceres, fue impulsar una nueva constitución
para el país.
Una vez terminada su estadía en
la presidencia, Mandela optó por el retiro de la vida política, sin embargo,
apoyó a sus compatriotas en 2010, durante las ceremonias del Mundial de Fútbol
de Sudáfrica, donde fue visto en público y con su característica templanza.
Nelson Mandela es una de las
figuras más vivas de la historia. Su carisma, su carácter apacible, su
sabiduría y su lucha, lo convierten en un ícono de libertad y justicia.
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