miércoles, 19 de marzo de 2014

África en las venas


En el mosaico pluriétnico de México, la herencia de la población negra, cuya trascendencia cultural e histórica ha sido relegada socialmente, conforma lo que hoy en día se conoce como nuestra “tercera raíz”, después de la indígena y europea.

A México llegaron durante el periodo virreinal alrededor de 250 000 personas esclavizadas de la costa este del continente africano, los cuales eran destinados al servicio doméstico y a las labores productivas, especialmente en las costas, ya que se creía que los negros poseían una adaptación biológico-climática adecuada para el ambiente tropical. El 66% de la población negra traída a nuestro continente eran hombres, y tan sólo el 3% conformaba la población femenina, sin embargo, éstas fueron las que se encargaron de transmitir los elementos de las diferentes culturas africanas a través de juegos, cantos y comida, ya que fungían como nanas, nodrizas, mucamas, concubinas y cocineras. Esto y más contribuyó a integrar a los negros en el núcleo familiar novohispano.

Se estima que actualmente habitan 400 000 personas afrodescendientes; la población negra fluctúa entre el 2% y el 9% de la población total en México, porcentajes claramente perceptibles en la costa de Michoacán hasta Chiapas, en el Golfo de México desde Veracruz a Campeche, y en los estados de Quintana Roo y Coahuila.

Elementos de esta tercera raíz, como los rasgos físicos, la música y las fiestas, los mitos y los ritos mágico-religiosos junto con la organización social, etc., tienen un cruel trasfondo histórico en el cual la discriminación y la exclusión asumen el papel protagónico que se mantiene aún hoy en día.

La identidad afro persiste, aunque no de una manera positiva a causa de la negación e ignorancia de la trascendencia negra y a la discriminación en México. Sin embargo, el Estado ha suscrito y ratificado la mayor parte de los instrumentos internacionales de derechos humanos mediante los cuales se obliga a proteger, respetar, promover y asegurar estos derechos a todas las personas que se encuentren dentro del territorio mexicano, sin distinción alguna de sexo, raza, color, idioma, religión o cualquier otra condición.

Tales instrumentos son el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, etc.

Por otro lado, la ONU nombró al 2011 como el Año Internacional del Afrodescendiente y, en el caso particular de México, se creó el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) y el Movimiento Nacional por la Diversidad Cultural de México, espacio cuyo propósito es fomentar el reconocimiento de cada individuo, comunidad, y pueblo que integran al país. En conjunto, ambas instancias se dedican a realizar actividades para la difusión entre el grueso de la población sobre la importancia histórica, económica y social del pueblo negro en nuestro país.

Bien es cierto que día con día la difusión por parte del gobierno u ONG’s sobre la historia e importancia social de estos pueblos ha ido aumentando por medio de la realización de coloquios de africanías, conferencias, encuentros internacionales, reformas al marco legal mexicano, etc., sin embargo, es una lucha constante contra la ignorancia, y los prejuicios sobre las culturas africanas vinculadas con la pobreza, la guerra, el atraso o las enfermedades; estereotipos que se reproducen constantemente a través de los medios de comunicación masiva como la televisión, la radio y el internet. Los prejuicios basados en lo “blanco” como sinónimo de belleza, pureza, bondad, y riqueza se ven favorecidos por estos mismos medios provocando un rechazo de lo “negro” en diferentes niveles de la sociedad.  

La educación es esencial para lograr que en el país se respeten las diferencias de cualquier condición, y de esta forma erradicar la discriminación, y este cambio sólo se dará al modificar actitudes que desde la escuela se reproducen y se fortalecen bajo figuras de bromas y hostigamiento.

Es necesario incorporar en los programas educativos la historia de los pueblos negros de México en los libros de texto, en los museos, en los programas de televisión y radio, sin los clásicos estereotipos y prejuicios, sólo así se dará a conocer la importancia y participación de este grupo en la formación de la sociedad mexicana. Muy bien lo dijo William FaulknerVivir en cualquier parte del mundo hoy y estar contra la igualdad por motivo de raza o de color es como vivir en Alaska y estar contra la nieve”.

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