miércoles, 28 de mayo de 2014

Infraestructura a la mexicana

Por Violeta Ese

El pasado lunes 28 de abril, el presidente Enrique Peña Nieto presentó, en apego al Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, el Programa Nacional de Infraestructura 2014-2018, el cual tiene por objetivo “liberar el potencial del país para crear un México moderno y competitivo”.

El Programa busca fortalecer, mediante la inversión de 7.7 billones de pesos, seis sectores clave para impulsar el potencial competitivo de México: turismo, desarrollo urbano y vivienda, salud, hidráulica, energía, comunicaciones y transportes.

Entre las obras que se destacan se encuentran el aumento al número de kilómetros en construcción de carreteras; el transpeninsular Yucatán-Quintana Roo; la modernización de los aeropuertos de Hidalgo, Toluca, Chetumal, Cancún, Nuevo Laredo y Tlaxcala; la ampliación de la red del tren eléctrico de Guadalajara y el Metrorrey; y la ampliación de la línea A de La Paz a Chalco y la línea 4 de Martín Carrera a Ecatepec del STC Metro.

Sin embargo, esta última “obra de mejoramiento” no representa más que una embarrada de chile en el fundillo para muchos capitalinos, especialmente para aquellos defeños que se casaron con el #PosMeSalto, el #PosNoPago y levantaron la voz en contra del aumento en la tarifa del STC, protestas que tomaron lugar a finales de 2013 y fueron ignoradas al entrar en vigor la nueva tarifa en enero de 2014.

Miguel Ángel Mancera, Jefe del Gobierno del Distrito Federal (JGDF), argumentó el aumento en la tarifa a la urgente necesidad de dar a los vagones un poco más del mantenimiento básico, e incluso colocaron al interior de cada vagón información sobre el costo de las refacciones, el tiempo de manufactura y el tiempo de entrega —ya que son piezas importadas— como una justificación a los dos pesos extra que a partir de 2014 pedirían a nuestros bolsillos.

Si los usuarios del metro tenían expectativas de progreso realmente bajas a pesar de la campaña a favor del aumento del boleto a cambio de una mejor calidad de transporte, éstas disminuyeron mucho más con el cierre de 12 de las 20 estaciones de la línea 12.

En su apertura, Marcelo Ebrard Casaubon, JGDF en 2012, dijo a los medios: “ha sido una enorme obra, hace muchos años que no hacemos una obra de este tamaño, una obra completa, terminada, con la tecnología más avanzada del mundo”.

Aparentemente, Marcelo Ebrard no contaba con que esta “obra maestra”, que por cierto costó 26 millones de pesos, presentara desgaste ondulatorio en rieles, daños en las ruedas férreas y el fuera de servicio de seis convoyes a tan solo año y medio de su inauguración. Y no sólo eso, sino que Joel Ortega Cuevas, director general del Sistema de Transporte Colectivo (STC), anunciara que la apertura de la línea se llevó a cabo a conciencia de estos “pequeños detalles”, los cuales ya era de esperarse que con el tiempo se fueran agravando.

¿Cuál es la conclusión? 26 millones de pesos invertidos igual a un año y cinco meses de funcionamiento.

Sin embargo, la inversión en la línea Dorada es una pequeñez si la comparamos con los 1,032 millones 917 mil 700 pesos del gasto público invertido en la construcción de la Estela de Luz, monumento conmemorativo del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, también llamada “la Suavicrema”, por la picardía local.

El proyecto estaba valuado en 400 millones de pesos y la fecha de inauguración sería el 15 de septiembre de 2010, sin embargo, hubo un “ligero” desfase de tiempo y presupuestos, por lo que se inauguró el 7 de enero de 2012 y costó más de 1,000 millones de pesos. Evidentemente surgieron rumores de un uso inadecuado de fondos del erario público.

Los números hablan y, aparentemente, los mexicanos comunes seguiremos sin ver ni un solo peso de esa inversión y seguiremos pagando la gasolina con incremento en su precio mes con mes, más impuestos y sin puestos de trabajo formales.


Estos no son más que luces rojas y calaveras ante el descontrol administrativo, la tergiversación del manejo de recursos públicos y la tolerancia ciudadana hacia el peor cáncer de la administración federal: la corrupción.

Nota: Las presentes imágenes se obtuvieron de la red. Si el autor de algunas de éstas fotografías está en desacuerdo con el uso que provee en el blog, favor de anunciar su petición para ser removidas de inmediato. Enviar solicitud a melissa.limon@interpress.com.mx

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