lunes, 8 de abril de 2013

Subconsciente. Un amigo dormido




Todos hemos oído del amigo de un amigo que ha dejado de fumar de un día a otro, o que lleva 20 años de su vida despertándose a la misma hora. Incluso, hemos visto en la televisión personas que se cuelgan de ganchos metálicos atravesando su piel sin sangrar, sufrir dolor o lastimarse. Aunque lo parezca, no son personas especiales ni tienen una alteración genética, ni son producto de una apareamiento humano – extraterrestre. Simplemente son personas que tienen como aliado al subconsciente. Todos lo podemos tener.

La complejidad de la mente humana ha sido el cáliz del universo científico, ya que es la máquina que nunca deja de funcionar y es responsable de los actos que realizamos día con día.

David Eagleman, reconocido profesor de neurología y psiquiatría del Colegio de Medicina de Baylor en Houston, Texas, dio una conferencia acerca del comportamiento del subconsciente destacándolo como un cerebro secundario que genera acciones diferentes.

"Si consideramos que la mente consciente representa sólo una fracción de la función del cerebro ¿Qué está haciendo todo lo demás?". Esta pregunta es la premisa que nos lleva a saber que nuestra mente se divide en tres partes: consciente, inconsciente y subconsciente.

El primero es la parte lógica y racional que nos hace evaluar la información que recibimos para tomar decisiones. Está directamente relacionada con el aprendizaje escolar como leer, escribir y calcular. Todo el tiempo estamos en contacto con él.

El inconsciente, en cambio, es la cara de la luna que nunca podremos ver por más esfuerzo que hagamos. Ahí se resguardan todos los impulsos y experiencias que resultan inaceptables o peligrosos desde el punto de vista de cada individuo, en otras palabras, es nuestra parte reprimida. Ese beso que nunca pudiste robar en la secundaria fue un impulso detenido por tu inconsciente para evitar un posible trauma.

Por último y no menos importante, se encuentra el subconsciente, una parte profunda de nuestra mente que vale la pena explorar. Este sistema se encarga básicamente de guardar información. Se compone de todas aquellas experiencias, procesos y contenidos mentales que realizando un nivel de esfuerzo, pueden llegar a entrar al consciente.

El consciente acude al subconsciente (más de lo que te imaginas) para consultar el banco de memoria y así poder deliberar. Trabajan de forma conjunta para tomar decisiones.

Joseph Murphy, en su libro El poder de la mente subconsciente, dice que la mente subconsciente tiene la repuesta para todos los problemas y que el gran secreto de los hombres célebres es debido a la habilidad de ponerse en contacto con su mente subconsciente.

Científicos, filósofos y religiosos coinciden en lo mismo, pensar de una manera positiva impacta a nuestro subconsciente brindándonos grandes beneficios, por eso te damos tres grandes razones para ponerte en contacto con tu mejor amigo:

·      Todo lo que has hecho en tu vida está guardado en tu subconsciente. También todo aquello que creímos no haber percibido, así que se puede recuperar. Un ejemplo de ello es cuando estás en pleno estrés, “casualmente” puedes resolver problemas o situaciones que de forma "tranquila o incluso lógica" no podrías hacerlo. ¿Te ha sucedido?

·      Al almacenar todo tipo de información puedes perfeccionar cualquier proceso. Aunque seas un despistado, tu subconciente lo capta todo. El secreto es que prestes mayor atención a lo que haces y hay a tu alrededor. Sin ver, ¿sabes cuántas plumas hay en tu lapicera? Probablemente no tengas idea, pero te aseguro que tu subconciente sí lo sabe.

·      Al trabajar conjuntamente con el consciente puedes practicar la programación efectiva. Consiste en dar un cambio positivo en nuestra forma de pensar dando órdenes a nuestro cerebro para programarla. Por ejemplo, despertarte todos los días a determinada hora. Ésto no es del todo fácil, pero tampoco complicado, requiere voluntad, eso significa pensar de forma positiva. Construir un hábito lleva 21 días, en otras palabras, programar o desprogramarte te lleva tres semanas.

Si de verdad quieres algo, no hay pretextos para no hacerlo. Aunque suena a cliché, el poder está en ti. Prográmate de forma positiva. Para empezar, por qué no ir a correr media hora cada tercer día.


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