martes, 2 de abril de 2013

Los come mocos



Ya sea en el habitual viaje en el metro, haciendo las compras del supermercado o atorados en el tráfico, todos hemos sido testigos de ver cómo alguien, sumergido en su propio universo, pacientemente urga su nariz en la búsqueda de un moco para después depositarlo en su boca y saborearlo.

Al visualizar tal situación, nuestra respuesta inmediata es una mueca de desaprobación. Mientras tanto la otra persona, al saberse sorprendida, abandona su ardua cacería, pretende que ahí nada ha pasado y evita dirigir la mirada a su observador.

La mucofagia, que comúnmente se le conoce como “comerse los mocos”, es una controversial costumbre que no es  precisamente un tema de conversación habitual, especialmente si hablamos de salud. Todos la negamos y la catalogamos como una práctica asquerosa que nunca pasaría por nuestras mentes si sacamos una porción viscosa de nuestra nariz, pero eso sí, bien sabemos que los mocos son salados. Y es que desde niños se nos ha enseñado que comerlos es un signo de falta de higiene y malos modales.

El moco varía en su apariencia según el estado de salud de la persona que los genera e incluso del momento en que son desalojados de la nariz. Por lo tanto, su consistencia puede ir de lo líquido a lo duro, y su color puede pasar por diferentes tonalidades que van del verde al blanquecino. De acuerdo al Asthma Center Education and Research Fund en Filadelfia, Estados Unidos, la mucosidad nasal se encarga de proteger el interior de la nariz de la resequedad manteniéndola húmeda, regula la temperatura del tracto respiratorio, y se convierte en un filtro de aire para nuestros pulmones al evitar la entrada de agentes dañinos.

Y no sólo eso, estudios realizados por el neumólogo austriaco Friedrich Bischinger, es precisamente la cualidad de capturar gérmenes que hace que el moco sea una vacuna natural. Al ser ingerido, fortalece nuestro sistema inmunológico al exponer a nuestro sistema digestivo a la mezcla de bacterias acumuladas en la mucosidad nasal. En pocas palabras, actúa como un medicamente meramente natural y, mejor aún, gratuito.

Aunque, como todo en este mundo, el abuso tiene sus consecuencias y la búsqueda constante de este elixir viscoso puede provocar resequedad e irritación en las fosas nasales, sin contar que tratar de llevar nuestro dedo lo más lejos posible puede tener como consecuencia una hemorragia nasal.
Comer mocos es un acto instintivo que realizamos desde que somos niños y que, por pautas de comportamiento, vamos abandonando conforme crecemos debido al rechazo social que tiene. A pesar de sus beneficios, es una práctica que se debe de llevar a cabo en privacidad, sin olvidar lavarnos las manos después de hacerlo.

Hay quienes en pleno descaro admiten que les encanta sacarse los mocos por el placer que provoca hacerlos bolita con el dedo índice y pulgar. Una vez con una consistencia “sólida”, osan aventarlo sin medir las consecuencias. Otros más advierten que más que comerlos, les gusta la sensación que se produce en su nariz mientras surge la extracción del verde protagonista, el problema viene cuando no se tiene a la mano un pañuelo desechable y terminan pegados en la ropa de un desconocido.

¿A ti, qué te gusta hacer con tus mocos?

nota: Las presentes imágenes se obtuvieron de la red. Si el autor de algunas de éstas fotografías está en desacuerdo con el uso que provee en el blog, favor de anunciar su petición para ser removidas de inmediato. Enviar solicitud a melissa.limon@interpress.mx

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