A excepción de los labios, la parte trasera de las orejas y las palmas
de manos y pies, el cuerpo humano está recubierto por una capa de unos 300,000
vellos, unos más discretos o imperceptibles y otros muy claros y definitorios.
Ya sean cortos, largos, gruesos o delgados, son parte de nuestra naturaleza y
si están ahí es por algo.
El pelo androgénico o vello corporal es producido por una hormona
masculina llamada andrógeno. Los varones claramente presentan un nivel más elevado
de esta hormona que las mujeres, es por ello que la vellosidad suele ser un
fuerte signo de masculinidad.
También, conforme vamos pasando las etapas de crecimiento se modifican
los niveles de testosterona, definiendo el periodo de infancia con una vellosidad
fina y delgada que se convierte en un vello terminal en la etapa de pubertad y
edad adulta. Habrás notado que a mayor edad, mayor cantidad de vello.
Además de protegernos de los rayos ultravioleta, del polvo y sudor, inclusive
de algunas bacterias en zonas poco ventiladas (sí, ahí y ahí), los vellos
también tienen una función sensorial, cada folículo piloso reacciona a los
cambios de temperatura, inclusive a diferentes tipos de energía que sería
imperceptible sin ellos. ¿O a caso nunca se te han parado los pelitos ante una
experiencia extranormal?
Inclusive, esta característica androgénica puede definir la etnia a la
que perteneces gracias al gen NZ-27891. Las razas blancas o caucásicas como
escandinavos o mediterráneos presentan vellosidad abundante debido a los altos
niveles del gen, mientras que los asiáticos, indios americanos, latinos y
australianos lo presentan en mucha menor cantidad.
Ahora que sabes porqué los tienes, piensa qué tantos quieres quitar.
nota: Las presentes imágenes se obtuvieron de la red.
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