Por: Acuaria Fischer
Trasero,
culo, glúteos, pompis, asentaderas, grupa, cachas, ancas, cola, rabo y poto
son algunos de los motes que reciben los hemisferios redondeados que se sitúan
justo en la parte más baja de la espalda.
Las
nalgas son exclusivamente humanas e irónicamente no reciben un trato especial.
Ningún otro animal puede jactarse de tener un par de formaciones carnosas de
tejido que les permitan andar en dos patas de forma permanente. Pese a la gran
importancia evolutiva que desempeñan nuestras “pompis”, las pobres no tienen un
trato especial, al contrario; o se hacen chistes respecto a su apariencia y por
la cercanía que tiene con el ano o se les concede toda una oda por su
representación de lo erótico.
Los
griegos tenían a las nalgas en un altar, pues era la parte del cuerpo humano
que más hermosa les parecía. Para muestra, una estatua, Afrodita o Venus de
Calipigia, que significa “La de bellas nalgas”, es la representación
anatómicamente perfecta de una fémina que, parcialmente cubierta, levanta su
túnica para descubrir sus caderas y pomposas “ancas”.
En
la actualidad, las mujeres muestran un exuberante trasero entallado en un
vestido que denota su curvilínea figura o en un diminuto traje de baño que deja
poco a la imaginación. Pero existe una contraparte que se torna ofensiva y
vulgar, que es la de bajarse el pantalón, inclinarse y mostrar el trasero
mientras se menea. Este gesto se lleva a cabo para hacer burla o desapruebo de
una persona o evento y para decir, no con palabras “Bésame el trasero”, este
término surge en la edad media, cuando se creía que las brujas, adoradoras del
diablo, le besaban su segunda boca, que justo se situaba en donde debería ir la
“cola”.
Las
leyendas populares de la época medieval europea decían que el diablo, lo que más
envidiaba del ser humano eran sus lindas “nachas”, y es que él no las tenía,
por ello, mostrar las nalgas se convirtió en una forma de alejar el mal, no era
de extrañar que en aquella época una monjita de pronto se levantara el hábito
en plena vía pública y mostrara su “grupa” para alejar a un demonio que
percibiera cerca.
En
cuanto al tema de la seducción, las nalgas son protagonistas, sobre todo las
nalgas femeninas; su tamaño, redondez y firmeza hace que los hombres lo asocien
con fertilidad y disposición sexual. Si observamos con detenimiento,
encontraremos el por qué; con relación al tamaño del cuerpo, las “pompas” de la
mujer son más grandes que las del hombre, y no se debe a que sea porque tienen
más músculos, sino porque poseen mayor tejido graso, también entendido como
grasa adicional que, anatomistas divulgan, es un almacén de comida de
emergencia.
Unas
nalgas grandes y redondas llamarán siempre la atención, a veces no por la
estética que está orientada a la delgadez y estreches de la figura, sino porque
será la señal que un caballero interpretará como ideal para sembrar su semilla
y así su progenie sobreviva el paso del tiempo.
Si
bien la mujer no tiene el control sobre su mucho o poco trasero, existen trucos
que llevarán al hombre a pedirle su teléfono y la invite a salir: unos tacones
serán suficientes para que su bootylicious
se respingue, además, por el tipo de calzado, contoneará de manera obligada más
la cadera, movimiento irresistible para todos los machos humanos.
Las
nalgas son una manifestación visual de nuestra evolución como especie humana,
agradécelo, la próxima vez que tengas la oportunidad de tener unas asentaderas
a tus disposición, no las pellizques ni las golpees, acarícialas, a ellas
también les gusta sentir bonito.
Nota: Las presentes imágenes se obtuvieron de la red. Si el autor de
algunas de éstas fotografías está en desacuerdo con el uso que provee en el
blog, favor de anunciar su petición para ser removidas de inmediato. Enviar
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