miércoles, 2 de octubre de 2013

El poder visual de las nalgas

 

Por: Acuaria Fischer

Trasero, culo, glúteos, pompis, asentaderas, grupa, cachas, ancas, cola, rabo y poto son algunos de los motes que reciben los hemisferios redondeados que se sitúan justo en la parte más baja de la espalda.
Las nalgas son exclusivamente humanas e irónicamente no reciben un trato especial. Ningún otro animal puede jactarse de tener un par de formaciones carnosas de tejido que les permitan andar en dos patas de forma permanente. Pese a la gran importancia evolutiva que desempeñan nuestras “pompis”, las pobres no tienen un trato especial, al contrario; o se hacen chistes respecto a su apariencia y por la cercanía que tiene con el ano o se les concede toda una oda por su representación de lo erótico.
Los griegos tenían a las nalgas en un altar, pues era la parte del cuerpo humano que más hermosa les parecía. Para muestra, una estatua, Afrodita o Venus de Calipigia, que significa “La de bellas nalgas”, es la representación anatómicamente perfecta de una fémina que, parcialmente cubierta, levanta su túnica para descubrir sus caderas y pomposas “ancas”.
En la actualidad, las mujeres muestran un exuberante trasero entallado en un vestido que denota su curvilínea figura o en un diminuto traje de baño que deja poco a la imaginación. Pero existe una contraparte que se torna ofensiva y vulgar, que es la de bajarse el pantalón, inclinarse y mostrar el trasero mientras se menea. Este gesto se lleva a cabo para hacer burla o desapruebo de una persona o evento y para decir, no con palabras “Bésame el trasero”, este término surge en la edad media, cuando se creía que las brujas, adoradoras del diablo, le besaban su segunda boca, que justo se situaba en donde debería ir la “cola”.
Las leyendas populares de la época medieval europea decían que el diablo, lo que más envidiaba del ser humano eran sus lindas “nachas”, y es que él no las tenía, por ello, mostrar las nalgas se convirtió en una forma de alejar el mal, no era de extrañar que en aquella época una monjita de pronto se levantara el hábito en plena vía pública y mostrara su “grupa” para alejar a un demonio que percibiera cerca.
En cuanto al tema de la seducción, las nalgas son protagonistas, sobre todo las nalgas femeninas; su tamaño, redondez y firmeza hace que los hombres lo asocien con fertilidad y disposición sexual. Si observamos con detenimiento, encontraremos el por qué; con relación al tamaño del cuerpo, las “pompas” de la mujer son más grandes que las del hombre, y no se debe a que sea porque tienen más músculos, sino porque poseen mayor tejido graso, también entendido como grasa adicional que, anatomistas divulgan, es un almacén de comida de emergencia.
Unas nalgas grandes y redondas llamarán siempre la atención, a veces no por la estética que está orientada a la delgadez y estreches de la figura, sino porque será la señal que un caballero interpretará como ideal para sembrar su semilla y así su progenie sobreviva el paso del tiempo.
Si bien la mujer no tiene el control sobre su mucho o poco trasero, existen trucos que llevarán al hombre a pedirle su teléfono y la invite a salir: unos tacones serán suficientes para que su bootylicious se respingue, además, por el tipo de calzado, contoneará de manera obligada más la cadera, movimiento irresistible para todos los machos humanos.
Las nalgas son una manifestación visual de nuestra evolución como especie humana, agradécelo, la próxima vez que tengas la oportunidad de tener unas asentaderas a tus disposición, no las pellizques ni las golpees, acarícialas, a ellas también les gusta sentir bonito. 

Nota: Las presentes imágenes se obtuvieron de la red. Si el autor de algunas de éstas fotografías está en desacuerdo con el uso que provee en el blog, favor de anunciar su petición para ser removidas de inmediato. Enviar solicitud a melissa.limon@interpress.com.mx

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